QUINTO LUGAR
Autora: Astrid Macías Sánchez
Colegio Juan Manuel Enriquez
DROWINTANIA
Hola,
me llamo Santiago y te voy a contar como fue que encontré el verdadero
significado de la amistad.
Era
un sábado por la tarde, mis padres, mi hermano y yo habíamos ido a casa de mi
tía Alejandra a celebrar su aniversario de maestra. Ella vivía en el campo.
Tenía una casita preciosa. Desde la ventana de mi habitación podían verse a lo
lejos las montañas que parecían haber servido de cama a algún gigante. El cielo
parecía hecho a mano, con nubes de terciopelo colocadas estratégicamente para
simular un rebaño de ovejas. En el viento fresco había un aroma a pan caliente,
que provenía del horno de algún vecino. El suelo, parecía una alfombra de
granos de café, la tierra estaba húmeda por la lluvia del día anterior.
Del
otro lado de la casa, había paja aplanada en montoncitos del tamaño de un oso
de peluche gigante. Era el ambiente adecuado para disfrutar de un buen libro
acompañado de una taza de chocolate caliente con bombones flotando en la
superficie.
Mauricio,
mi hermano pequeño, había ido a casa del vecino a jugar con su amigo Esteban.
Personalmente, creo que debería ir yo también a hacer amigos, sin embargo, soy
algo… pusilánime.
-¡Santiago!,
hijo ven por favor. – Me llamó mi madre desde la cocina.
-Ya
voy -le respondí pesarosamente.
Calcé
mis tenis y me dirigí hacia la cocina donde mi tía y mi mamá preparaban su
“pasta especial”, que habitualmente era solo para ocasiones especiales.
-Santiago,
ve a casa de Esteban y dile a tu hermano que enseguida serviremos la comida, si
quieren inviten a Esteban y a Regina su hermana.
-Perfecto
– Dije sarcásticamente.
Regina
y yo habíamos sido amigos el verano antepasado, pero ambos cambiamos y fue
inevitable que nos dejáramos de hablar.
Salí
de la casa, baje las escaleras del porche y me puse encamino.
Era
un sendero largo y empedrado, amplio y algo lúgubre. A pesar de que aun era
medio tarde, el recorrido hacia la casa de Regina, me hacía estremecer. Cuando por fin llegué,
observé la puerta y dudoso, toque el
timbre dos veces. Al abrirse la puerta, pude ver rápidamente que casi no había
muebles.
-Buenas
tardes muchacho ¿Qué se te ofrece?
-
¿Qué tal? Soy Santiago, el hermano de Mauricio, venia por él y por Esteban y
Regina, mi madre quiere que coman con nosotros.
-¡Oh!
¡Santiago! Cuanto has crecido, ¡estas enorme! –Dijo la mamá de Regina asombrada.
Valentina era su nombre, tenía cabellos largos de seda, ojos de diamante las
perlas de su boca lucían mucho con sus labios carmín. Regina era idéntica.
Llamo
a los tres y nos despidió diciendo que tuviéramos cuidado al regreso.
En
cuando vi a Regina, recordé esas tardes donde ni la lluvia ni los truenos podían
hacernos parar de jugar. Pero había algo diferente en ella. Ahora que
tenía 15 años, era más hermosa, tenía su cabello dorado como el oro, en su
mirada había un destello de gozo. Su cuerpo parecía haber sido estirado, era
esbelta y caminaba con un garbo digno de una dama.
-Hola
Santi, tanto tiempo sin vernos – Dijo esbozando una sonrisa encantadora.
-Sí,
mucho… ¡wow! Cambiaste mucho Regina. ¡Pareces otra! –Le dije algo sonrojado.
Ella también se apenó y solo sonrió amablemente.
-
Bueno vayamos a casa de tu tía, Y cuando acabemos necesito que me acompañes,
quiero mostrarte algo. –Dijo finalmente.
-Bien,
hacemos lo que dices –Después de eso, nos pusimos en camino.
Mientras
avanzábamos hacia la casa. Regina me contaba todo lo que había hecho el verano
pasado. Quede boquiabierto. Regina era tan
valiente y tenía un gran espíritu aventurero. Es por eso que cuando
propuso que saliéramos después de comer, supe inmediatamente que sería algo
interesante.
Una
vez que acabamos la pasta, Regina dijo que saldríamos a dar un paseo.
Ella
iba enfrente de mí, y yo por mi parte, iba pensando en lo que aquello pudiera
ser. Al llegar a la entrada del bosque, Regina se detuvo frente al roble grueso
y frondoso.
-Bien,
llegamos.
-¿Me tratas de decir, que
querías mostrarme…un árbol?
-Bueno, no es un árbol
común, mucho menos corriente. Es especial.
-Ah ¿sí? Y ¿Qué tiene de
particular este árbol? Dije algo molesto.
-Pues, veras, no me lo vas a
creer… Tenía una onza de exaltación en sus palabras y sus enormes ojos
reflejaban que era algo importante.
-Ajá… continúa…
-¡Es mágico!
-Jajajajaja –Me burle de la
aparente tontería que Regina acababa de Decir.
-¡No te rías! ¡Es cierto!
Dijo esas palabras, algo
enojada, y se dio la vuelta quedando frente al roble.
Pronuncio unas extrañas
palabras y ¡BOM! Una puerta salió de nada en el tronco. Yo estaba atónito.
Aquello era algo sorprendente.
-Anda, ¡Sigue riendo
Santiago! – Dijo echándome en cara mi burla.
Entro por la puerta y me
jaló para que fuera con ella.
Al entrar, no pude creer lo
que mis ojos veían, ¡Todo era tan hermoso! Había árboles de copa muy elevada,
en la que parecía ser el cielo, volaban con singular despreocupación, una
parvada de… ¡Tordos!
El pasto era verde y lucia
muy acogedor. A lo lejos pude ver un río de aguas cristalinas, en la orilla
había un muelle de madera. Una montaña sobresalía de todas las demás debido a
su extraordinario color.
Esa montaña parecía especial
e importante, era dorada y de su superficie, brotaba un líquido transparente
que yo desconocía.
Regina me tomo la mano y la
colocó en un arbusto en forma de nube.
-Esto querido Santi, se
llama Drowintania. Fue creada por el Dios de la naturaleza y según lo que he leído, solo abre sus puertas cada 13
millones de años, en verano. Pero no toda la gente puede entrar, no, solo los
privilegiados seres nobles pueden tener acceso. Además, si entras aquí, es
porque pronto obtendrás un tesoro invaluable.
-¿Dónde leíste eso?
-Encontré un libro en la
entrada, hay lo explica todo.
Pasamos horas explorando
aquel paraíso, había criaturas que en mi vida, jamás imagine ver. Regina
decidió mostrarme un lugar especial. Tomamos una lámpara y juntos atravesamos
un pequeño sendero obscuro. Me sentía temeroso, como si algo superior a mi me
estuviera apretando el corazón.
Siempre que iba a tener una
aventura, me daba miedo.
Regina tropezó con una roca
y al intentar levantarse, un profundo hoyo se abrió… lo único que podía ver era
obscuridad. No supe qué hacer
-¡Santiago! ¡Ayúdame por
favor!
¿Pero qué hago Regina?
-¡He caído en la trampa del
rey injusto! Lo único que tienes que
hacer es tener valor y no soltar mi mano…
La tome del brazo, pero en
cuanto la toque, criaturas espantosas comenzaron a morderme los pies. Estaba
muy asustado y no sé por qué, recordé los momentos cuando Regina y yo
paseábamos juntos.
Decidí que ella seguiría conmigo,
para leer historias de detectives juntos, como antes y que esta vez, no tendría
miedo. Era hora de pensar no solo en mí, con la fuerza que me quedaba, la jalé
para evitar que cayera. Regina había compartido conmigo su lugar especial y yo,
le estaba dando mi esfuerzo.
Fue difícil, pero logre que
Regina estuviera a salvo. Cuando ambos estuvimos en tierra, desde el cielo se
abrió un orifico por donde un angelical espíritu descendió.
-“Santiago, hoy descubriste
lo que es el valor de la amistad, estuviste arriesgando tu propia vida para
salvar a Regina, y tu esfuerzo a dado frutos.
Drowintania te concede el
tesoro de la amistad, a este maravilloso lugar podrán venir cuando lo deseen”.
Levin Lumiere.
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