jueves, 1 de marzo de 2012

CUENTO: QUINTO LUGAR

QUINTO LUGAR
Autora: Astrid Macías Sánchez
Colegio Juan Manuel Enriquez

DROWINTANIA
Hola, me llamo Santiago y te voy a contar como fue que encontré el verdadero significado de la amistad.

Era un sábado por la tarde, mis padres, mi hermano y yo habíamos ido a casa de mi tía Alejandra a celebrar su aniversario de maestra. Ella vivía en el campo. Tenía una casita preciosa. Desde la ventana de mi habitación podían verse a lo lejos las montañas que parecían haber servido de cama a algún gigante. El cielo parecía hecho a mano, con nubes de terciopelo colocadas estratégicamente para simular un rebaño de ovejas. En el viento fresco había un aroma a pan caliente, que provenía del horno de algún vecino. El suelo, parecía una alfombra de granos de café, la tierra estaba húmeda por la lluvia del día anterior.

Del otro lado de la casa, había paja aplanada en montoncitos del tamaño de un oso de peluche gigante. Era el ambiente adecuado para disfrutar de un buen libro acompañado de una taza de chocolate caliente con bombones flotando en la superficie.

Mauricio, mi hermano pequeño, había ido a casa del vecino a jugar con su amigo Esteban. Personalmente, creo que debería ir yo también a hacer amigos, sin embargo, soy algo… pusilánime.

-¡Santiago!, hijo ven por favor. – Me llamó mi madre desde la cocina.
-Ya voy  -le respondí pesarosamente.

Calcé mis tenis y me dirigí hacia la cocina donde mi tía y mi mamá preparaban su “pasta especial”, que habitualmente era solo para ocasiones especiales.

-Santiago, ve a casa de Esteban y dile a tu hermano que enseguida serviremos la comida, si quieren inviten a Esteban y a Regina su hermana.
-Perfecto – Dije sarcásticamente.

Regina y yo habíamos sido amigos el verano antepasado, pero ambos cambiamos y fue inevitable que nos dejáramos de hablar.
Salí de la casa, baje las escaleras del porche y me puse encamino.
Era un sendero largo y empedrado, amplio y algo lúgubre. A pesar de que aun era medio tarde, el recorrido hacia la casa de Regina,  me hacía estremecer. Cuando por fin llegué, observé la puerta  y dudoso, toque el timbre dos veces. Al abrirse la puerta, pude ver rápidamente que casi no había muebles.
-Buenas tardes muchacho ¿Qué se te ofrece?

- ¿Qué tal? Soy Santiago, el hermano de Mauricio, venia por él y por Esteban y Regina, mi madre quiere que coman con nosotros.

-¡Oh! ¡Santiago! Cuanto has crecido, ¡estas enorme! –Dijo la mamá de Regina asombrada. Valentina era su nombre, tenía cabellos largos de seda, ojos de diamante las perlas de su boca lucían mucho con sus labios carmín. Regina era idéntica.

Llamo a los tres y nos despidió diciendo que tuviéramos cuidado al regreso.

En cuando vi a Regina, recordé esas tardes donde ni la lluvia ni los truenos  podían  hacernos parar de jugar. Pero había algo diferente en ella. Ahora que tenía 15 años, era más hermosa, tenía su cabello dorado como el oro, en su mirada había un destello de gozo. Su cuerpo parecía haber sido estirado, era esbelta y caminaba con un garbo digno de una dama.

-Hola Santi, tanto tiempo sin vernos – Dijo esbozando una sonrisa encantadora.

-Sí, mucho… ¡wow! Cambiaste mucho Regina. ¡Pareces otra! –Le dije algo sonrojado. Ella también se apenó y solo sonrió amablemente.

- Bueno vayamos a casa de tu tía, Y cuando acabemos necesito que me acompañes, quiero mostrarte algo. –Dijo finalmente.

-Bien, hacemos lo que dices –Después de eso, nos pusimos en camino.                                       
Mientras avanzábamos hacia la casa. Regina me contaba todo lo que había hecho el verano pasado. Quede boquiabierto. Regina era tan  valiente y tenía un gran espíritu aventurero. Es por eso que cuando propuso que saliéramos después de comer, supe inmediatamente que sería algo interesante.

Una vez que acabamos la pasta, Regina dijo que saldríamos a dar un paseo.

Ella iba enfrente de mí, y yo por mi parte, iba pensando en lo que aquello pudiera ser. Al llegar a la entrada del bosque, Regina se detuvo frente al roble grueso y frondoso.

-Bien, llegamos.
-¿Me tratas de decir, que querías mostrarme…un árbol?
-Bueno, no es un árbol común, mucho menos corriente. Es especial.

-Ah ¿sí? Y ¿Qué tiene de particular este árbol? Dije algo molesto.

-Pues, veras, no me lo vas a creer… Tenía una onza de exaltación en sus palabras y sus enormes ojos reflejaban que era algo importante.

-Ajá… continúa…

-¡Es mágico!

-Jajajajaja –Me burle de la aparente tontería que Regina acababa de Decir.
-¡No te rías! ¡Es cierto!

Dijo esas palabras, algo enojada, y se dio la vuelta quedando frente al roble.
Pronuncio unas extrañas palabras y ¡BOM! Una puerta salió de nada en el tronco. Yo estaba atónito. Aquello era algo sorprendente.

-Anda, ¡Sigue riendo Santiago! – Dijo echándome en cara mi burla.

Entro por la puerta y me jaló para que fuera con ella.

Al entrar, no pude creer lo que mis ojos veían, ¡Todo era tan hermoso! Había árboles de copa muy elevada, en la que parecía ser el cielo, volaban con singular despreocupación, una parvada de… ¡Tordos!

El pasto era verde y lucia muy acogedor. A lo lejos pude ver un río de aguas cristalinas, en la orilla había un muelle de madera. Una montaña sobresalía de todas las demás debido a su extraordinario color.

Esa montaña parecía especial e importante, era dorada y de su superficie, brotaba un líquido transparente que yo desconocía.

Regina me tomo la mano y la colocó en un arbusto en forma de nube.

-Esto querido Santi, se llama Drowintania. Fue creada por el Dios de la naturaleza y según  lo que he leído, solo abre sus puertas cada 13 millones de años, en verano. Pero no toda la gente puede entrar, no, solo los privilegiados seres nobles pueden tener acceso. Además, si entras aquí, es porque pronto obtendrás un tesoro invaluable.

-¿Dónde leíste eso?

-Encontré un libro en la entrada, hay lo explica todo.

Pasamos horas explorando aquel paraíso, había criaturas que en mi vida, jamás imagine ver. Regina decidió mostrarme un lugar especial. Tomamos una lámpara y juntos atravesamos un pequeño sendero obscuro. Me sentía temeroso, como si algo superior a mi me estuviera apretando el corazón.

Siempre que iba a tener una aventura, me daba miedo.

Regina tropezó con una roca y al intentar levantarse, un profundo hoyo se abrió… lo único que podía ver era obscuridad. No supe qué hacer

-¡Santiago! ¡Ayúdame por favor!

¿Pero qué hago Regina?

-¡He caído en la trampa del rey  injusto! Lo único que tienes que hacer es tener valor y no soltar mi mano…

La tome del brazo, pero en cuanto la toque, criaturas espantosas comenzaron a morderme los pies. Estaba muy asustado y no sé por qué, recordé los momentos cuando Regina y yo paseábamos juntos.

Decidí que ella seguiría conmigo, para leer historias de detectives juntos, como antes y que esta vez, no tendría miedo. Era hora de pensar no solo en mí, con la fuerza que me quedaba, la jalé para evitar que cayera. Regina había compartido conmigo su lugar especial y yo, le estaba dando mi esfuerzo.

Fue difícil, pero logre que Regina estuviera a salvo. Cuando ambos estuvimos en tierra, desde el cielo se abrió un orifico por donde un angelical espíritu descendió.

-“Santiago, hoy descubriste lo que es el valor de la amistad, estuviste arriesgando tu propia vida para salvar a Regina, y tu esfuerzo a dado frutos.
Drowintania te concede el tesoro de la amistad, a este maravilloso lugar podrán venir cuando lo deseen”.

                                                                                                        Levin Lumiere.

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