TERCER
LUGAR
¡Otro
cambio vendrá!
Autora:
Alejandra Vázquez Márquez
Escuela
Secundaria General N° 30
“Octavio
Paz”
¡OTRO
CAMBIO VENDRÁ!
¡Otro
cambio vendrá! ¿Qué, otro cambio? ¡No es
justo aun no tenemos un año aquí!
Jim,
Soñaba eso todas las noches en su alcoba. Recién llegado de Guadalajara,
adaptándose a su nuevo estado “Aguascalientes”. Era apenas su 6° estado. Jim
odiaba cambiarse de estado una y otra vez.
Bien
dicho era apenas su 6° estado, por lo tanto conocía muchas culturas de su bello
México. Conocía; Puebla, Sinaloa, Morelos, Colima, Querétaro, Nayarit, etc.… en
fin, conocía media republica mexicana.
Todo
salía bien. Llegó el día de inscribirse a otra nueva secundaria, cursaba apenas
3° año de secundaria.
Llego
con su papá José y su mamá Matilde a una pequeña, pero linda escuela era casi
principio de año y Jim aún no tenía escuela. Entro a dirección y junto con sus
padres hablaron con la directora, tratando de inscribirse.
-No
es fácil, ya falta tan solo 1 semana para iniciar las clases, dijo la
directora.
Sabemos,
pero vea las calificaciones, son buenas en verdad, yo escuchaba eso siempre,
“son buenas, es un buen joven”
Pff,
¡Como si con decir eso mi vida se arreglaría!
Lo
bueno fue escuchar una voz que decía “viéndolo bien son buenos tus promedios,
mira que sacar 9.7 en primero y 9.2 en segundo está muy difícil, ahora la
juventud no le toma mucha importancia a los estudios”.
Una
leve sonrisa surgió de mis mejillas hacia mi boca, bueno en realidad no quería
sonreír ya que la nueva escuela significaba tener nuevos amigos y la verdad no
quería tenerlos, se que me escuché un
tanto enojón o como me decía mis papá un “amargado”.
Lo
que pasa es que ellos no comprendían lo mal que se sentía decirle adiós a tus
amigos. La última vez que lo dije tuve que despedirme de mi vecino él se
llamaba Edgar era mi mejor amigo.
Yo
sabía que para mi mamá tampoco era fácil el cambio. Porque no conocía a nadie y
se sentía sola, bueno relativamente porque nos tenía a nosotros.
Creo
que a mi papá le daba lo mismo, al final de cuentas “tendré trabajo y a mi familia”, eso también
lo escuchaba en cada cambio.
Era
poco tiempo para ir a la escuela, mamá entro en mi habitación y dijo – Mañana
conocerás a mucha gente y sentirás el calor de tus nuevos compañeros.
Le
dije; Claro mamá como soy tan amigable y social al llegar todos me hablaran y
me pedirán que sea su amigo- el sarcasmo era obvio, esa voz y mi sonrisa
fingida no era más notoria que un gran grito interno diciendo ¡NO QUIERO IR!
Mamá
dijo que tomara un poco de leche en un
cántaro y que comiera un pan dulce ya que las penas con pan son buenas.
Termine
la merienda y me arrope en la cama para descansar y si podía también dormir.
¡Hijo despierta es hora de ir a la escuela!
No papá no iré ¡déjame dormir!
Nada de eso, te das un baño y a la escuela
No
me quedaba de otra que ir a tomar el baño, desayunar e irme a la nueva escuela.
Así
fue, sufrí un poco a la llegada ya que es muy extraña esa sensación de nervios
que sentía cada vez que llegaba a una nueva escuela, pero bueno siendo sinceros
ya me iba acostumbrando a ella.
Pedí
informes para descubrir cual era mi salón “3°B”. Pregunte al subdirector, muy
amable y sonriente me llevó hasta el aula.
Me
deseo buena suerte con aquella sonrisa en su boca y fue inevitable que no me
contagiaría aquella.
Entre
al salón y vi a lo lejos una linda niña,
creo que me atrajo su sonrisa y la forma de sus labios.
Jim
no te enamores recién llegaste y ya te gusta alguien, me dije. Tratando de no
verme muy obvio, busque un lugar junto a ella
-¿está ocupado?- ella con voz muy
tierna me dijo no adelante, puedes sentarte.
Le dirigí
una sonrisa que no rechazó y tome asiento. Llego nuestra maestra y tutora la
profesora Linda, y no es cierto que lo estuviera, pero creo que sus padres no
decidieron muy bien su nombre que digamos.
Creo
que lo que pensé lo dije en voz alta porque la niña bonita de mi lado soltó una
carcajada. Y me dijo, tienes toda la razón, me pregunto mi nombre le dije me
llamo Jim, con la voz más varonil que pude, y así mismo le pregunte el suyo.
Ella respondió Mariana con esa voz tan
dulce. Mucho gusto Mariana fue lo único que se me ocurrió decirle. Me tomo de
la mano con un gran apretón, le seguí la corriente. Pasaron las tres primeras
materias y sonó el timbre de receso.
Salí
al patio a lonchar vi a Mariana con sus amigas, no podía llegar con ella y
sentarme como si nada. Así que decidí lonchar en una banca que estaba un tanto
distante de ella.
A
medio receso llego a molestarme el más rudo y temido de la escuela, creía que
era de primero y me tiro el jugo que tomaba, al ver eso Mariana intervino y le
dijo – déjalo Miguel no seas así- a Miguel no le quedaba de otra que dejarme ya
que Mariana le gustaba.
El
se retiro y Mariana se quedo acompañarme, con esa voz que me encantaba me dijo
tu tranquilo solo se quiere hacer el rudo.
Entramos
de nuevo a clases, hasta que dieron el toque de salida.
Me
despedí de ella y salí de la escuela. En la salida mi mamá me esperaba en el
auto. La típica rutina de preguntarme como me fue en la escuela salió de la
boca de mi mamá, yo con la voz seria y fría le dije bien. Me respondió ¿nada
más bien? Con la cara más seria le dije: si nada más bien.
Mamá supo que no tenía ganas de hablar, pero
por dentro estaba muy emocionado.
Así
transcurrieron 3 bimestres, pero en todo ese tiempo descubrí que no podía vivir
sin amigos, aunque trataba de alejarme de ellos no podía, me hablaban, me
sonreían y me integraban al grupo.
Rompí
mi promesa, es inútil no tener amigos, con ellos compartes todo lo que te puede
pasar, bueno o malo, una persona sin amigos es una persona sin aliento, en los
momentos más difíciles ellos están ahí, me acostumbre a los cambios y así como
me acostumbre a ellos también me acostumbre a amar mi vida.
Sucio,
limpio, flaco, gordo, Mariana siempre estaba ahí. De ser la niña que me gustaba
se convirtió en mi mejor amiga.
Escribir
una carta para ella no es fácil pero ahí le demostré todo mi cariño.
Sin
ella a mi lado no seré nada, mi mejor amiga, mi alma, te agradezco todo tu amor
y comprensión.
Así
fue mi carta, todo mi agradecimiento
para mi buena amiga Mariana.
Ni
de aquí, ni de allá:
“La
tapatía”
No hay comentarios:
Publicar un comentario