jueves, 1 de marzo de 2012

CUENTO: TERCER LUGAR


TERCER LUGAR
¡Otro cambio vendrá!
Autora: Alejandra Vázquez Márquez
Escuela Secundaria General N° 30
“Octavio Paz”


¡OTRO CAMBIO VENDRÁ!

¡Otro cambio vendrá! ¿Qué,  otro cambio? ¡No es justo aun no tenemos un año aquí!

Jim, Soñaba eso todas las noches en su alcoba. Recién llegado de Guadalajara, adaptándose a su nuevo estado “Aguascalientes”. Era apenas su 6° estado. Jim odiaba cambiarse de estado una y otra vez.

Bien dicho era apenas su 6° estado, por lo tanto conocía muchas culturas de su bello México. Conocía; Puebla, Sinaloa, Morelos, Colima, Querétaro, Nayarit, etc.…   en fin, conocía media republica mexicana.

Todo salía bien. Llegó el día de inscribirse a otra nueva secundaria, cursaba apenas 3° año de secundaria.

Llego con su papá José y su mamá Matilde a una pequeña, pero linda escuela era casi principio de año y Jim aún no tenía escuela. Entro a dirección y junto con sus padres hablaron con la directora, tratando de inscribirse.

-No es fácil, ya falta tan solo 1 semana para iniciar las clases, dijo la directora.

Sabemos, pero vea las calificaciones, son buenas en verdad, yo escuchaba eso siempre, “son buenas, es un buen joven”

Pff, ¡Como si con decir eso mi vida se arreglaría!

Lo bueno fue escuchar una voz que decía “viéndolo bien son buenos tus promedios, mira que sacar 9.7 en primero y 9.2 en segundo está muy difícil, ahora la juventud no le toma mucha importancia a los estudios”.

Una leve sonrisa surgió de mis mejillas hacia mi boca, bueno en realidad no quería sonreír ya que la nueva escuela significaba tener nuevos amigos y la verdad no quería tenerlos,  se que me escuché un tanto enojón o como me decía mis papá un “amargado”.

Lo que pasa es que ellos no comprendían lo mal que se sentía decirle adiós a tus amigos. La última vez que lo dije tuve que despedirme de mi vecino él se llamaba Edgar era mi mejor amigo.

Yo sabía que para mi mamá tampoco era fácil el cambio. Porque no conocía a nadie y se sentía sola, bueno relativamente porque nos tenía a nosotros.

Creo que a mi papá le daba lo mismo, al final de cuentas  “tendré trabajo y a mi familia”, eso también lo escuchaba en cada cambio.
Era poco tiempo para ir a la escuela, mamá entro en mi habitación y dijo – Mañana conocerás a mucha gente y sentirás el calor de tus nuevos compañeros.
Le dije; Claro mamá como soy tan amigable y social al llegar todos me hablaran y me pedirán que sea su amigo- el sarcasmo era obvio, esa voz y mi sonrisa fingida no era más notoria que un gran grito interno diciendo ¡NO QUIERO IR!

Mamá dijo que  tomara un poco de leche en un cántaro y que comiera un pan dulce ya que las penas con pan son buenas.

Termine la merienda y me arrope en la cama para descansar y si podía también dormir.

¡Hijo despierta es hora de ir a la escuela!
No papá no iré ¡déjame dormir!
Nada de  eso, te das un baño y a la escuela

No me quedaba de otra que ir a tomar el baño, desayunar e irme a  la nueva escuela.
  
Así fue, sufrí un poco a la llegada ya que es muy extraña esa sensación de nervios que sentía cada vez que llegaba a una nueva escuela, pero bueno siendo sinceros ya me iba acostumbrando a ella.

Pedí informes para descubrir cual era mi salón “3°B”. Pregunte al subdirector, muy amable y sonriente me llevó hasta el aula.

Me deseo buena suerte con aquella sonrisa en su boca y fue inevitable que no me contagiaría aquella.

Entre al salón y vi a lo lejos  una linda niña, creo que me atrajo su sonrisa y la forma de sus labios.

Jim no te enamores recién llegaste y ya te gusta alguien, me dije. Tratando de no verme muy obvio, busque un lugar junto a ella   -¿está  ocupado?- ella con voz muy tierna me dijo no adelante, puedes sentarte.

Le dirigí una sonrisa que no rechazó y tome asiento. Llego nuestra maestra y tutora la profesora Linda, y no es cierto que lo estuviera, pero creo que sus padres no decidieron muy bien su nombre que digamos.

Creo que lo que pensé lo dije en voz alta porque la niña bonita de mi lado soltó una carcajada. Y me dijo, tienes toda la razón, me pregunto mi nombre le dije me llamo Jim, con la voz más varonil que pude, y así mismo le pregunte el suyo. Ella respondió Mariana con esa voz  tan dulce. Mucho gusto Mariana fue lo único que se me ocurrió decirle. Me tomo de la mano con un gran apretón, le seguí la corriente. Pasaron las tres primeras materias y sonó el timbre de receso.

Salí al patio a lonchar vi a Mariana con sus amigas, no podía llegar con ella y sentarme como si nada. Así que decidí lonchar en una banca que estaba un tanto distante de ella.

A medio receso llego a molestarme el más rudo y temido de la escuela, creía que era de primero y me tiro el jugo que tomaba, al ver eso Mariana intervino y le dijo – déjalo Miguel no seas así- a Miguel no le quedaba de otra que dejarme ya que Mariana le gustaba.

El se retiro y Mariana se quedo acompañarme, con esa voz que me encantaba me dijo tu tranquilo solo se quiere hacer el rudo.

Entramos de nuevo a clases, hasta que dieron el toque de salida.

Me despedí de ella y salí de la escuela. En la salida mi mamá me esperaba en el auto. La típica rutina de preguntarme como me fue en la escuela salió de la boca de mi mamá, yo con la voz seria y fría le dije bien. Me respondió ¿nada más bien? Con la cara más seria le dije: si nada más bien.

 Mamá supo que no tenía ganas de hablar, pero por dentro estaba muy emocionado.

Así transcurrieron 3 bimestres, pero en todo ese tiempo descubrí que no podía vivir sin amigos, aunque trataba de alejarme de ellos no podía, me hablaban, me sonreían y me integraban al grupo.

Rompí mi promesa, es inútil no tener amigos, con ellos compartes todo lo que te puede pasar, bueno o malo, una persona sin amigos es una persona sin aliento, en los momentos más difíciles ellos están ahí, me acostumbre a los cambios y así como me acostumbre a ellos también me acostumbre a amar mi vida.

Sucio, limpio, flaco, gordo, Mariana siempre estaba ahí. De ser la niña que me gustaba se convirtió en mi mejor amiga.

Escribir una carta para ella no es fácil pero ahí le demostré todo mi cariño.

Sin ella a mi lado no seré nada, mi mejor amiga, mi alma, te agradezco todo tu amor y comprensión.

Así fue mi carta, todo  mi agradecimiento para mi buena amiga Mariana.

Ni de aquí, ni de allá:
“La tapatía”


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